martes, 9 de septiembre de 2008

Felicidad Clandestina

Ella era gorda, baja , pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio amarillento. Tenia un busto enorme, mientras que todas nosotras todavia eramos "chatas". Como si n o fuese suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos bolsillos de la blusa. Pero poseia lo que a cualquier niña devoradora de historietas le habria gustado tener: Un padre dueño de una libreria.

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